Nuevas y viejas formas de la autoridad docente
El pasado miércoles 1° de julio
fui invitada como parte del equipo del CENDIE (Centro de Documentación e Información Educativa) a la jornada de capacitación para bibliotecarios y docentes por los 50 años de
la Biblioteca pedagógica "Juan Mantovani" del CIIE de Lincoln. En ese
marco cerré la jornada leyendo un texto personal sobre formación de lectores adolescentes,
cultura Tic y escuela. En el momento de las preguntas y comentarios
finales una colega me preguntó si, con las netbook
en el aula, el docente “no perdía un poco el control de la clase”. Otra vez el
viejo tema docente de querer
controlarlo todo o de pensar que lo podemos hacer. Y el tema del control, lleva a la cuestión de la autoridad docente. A raíz de ese rico intercambio, recordé
estas reflexiones y por eso las comparto. Este texto tiene ya algunos años pero confío
en que sigue siendo actual en cuanto permite pensarnos. La segunda parte, la
continuidad de estas reflexiones debe ir por el lado de pensar qué cambia
entonces con la introducción de lo digital en el aula. Por ahora dejo este
texto como forma de empezar a tirar de las preguntas...
Algunas reflexiones en torno a la autoridad docente con motivo del film "Entre muros"
“(…)
Una educación que se conecte con el cuerpo y los sentimientos sin pensarlos
solamente como ámbitos a dominar o
doblegar “
DUSSEL, Inés.
Toda clase supone para un
profesor/a una complejidad importante a [1] –sostener
la clase cuando nadie ha traído el material o se muestra poca o ninguna
predisposición al trabajo, transformar en ‘tiempo real’ esa apatía inicial en
una clase en la que ellos, los alumnos, puedan aprender algo, resolver un
conflicto, como uno de esas discusiones que se presentan en el film entre
Khoumba y el profesor Marin, en las que uno se ve envuelto aún contra su
voluntad, y que derivan luego en lo que retrata la escena final de
la esecna, la impotencia y frustración del profesor ante su propio
accionar frente a cómo resuelve la situación; la prueba de esa
contradicción y la idea de lo que expongo a continuación- me parece está en la
frase -“pero cuando haces una tontería no puedo mirar para otro lado, ¿no
crees?”, al profesor no le convence su accionar, le fastidia tener que
pedir el cuaderno de comunicados (nuestro libro de actas) pero sabe o
siente que debe hacerlo, que no puede dejar las cosas así, a la vez que intenta
justificar o fundamentar su actuación frente a su alumna (cuestión que por otra
parte no lo conduce a ningún lado, porque lo que Marin busca –yo he buscado-es
que Khoumba acepte el argumento, que lo entienda como algo lógico). A la luz de Entre muros e
parece interesante para repensar los viejos modos de autoridad puestos a jugar
en nuevos marcos y para nuevos sujetos, nuevos adolescentes[2]. Esa tensión, esa oscilación tan reconocible
para los que intentamos forjar formas más democráticas de autoridad entre estos
ensayos y las viejas normas y regulaciones tan a mano y tan ‘naturales’ al
universo escolar, que ofrecen los modelos tradicionales –y que están almacenadas
en al memoria e incluso interiorizadas como formas de autoridad es la que como
docentes nos atraviesa a cada paso. Intentar imponer acciones del tipo apagar
las celulares, quitarse las gorras, obligar a reverenciar al adulto
poniéndose de pie entre muchas otras implica, desconocer que la sociedad se ha
transformado[3],
desde lo económico, lo tecnológico, lo cultural e institucional y que estos
cambios necesariamente repercuten en las relaciones pedagógicas, en los
vínculos entre docentes y alumnos, o por lo menos debiera llevar a
pensarnos como –tal como si fuéramos ‘recién llegados’ como plantea Graciela
Montes(MONTES: 2001)- reconstruir o rearmar los vínculos con
nuestros alumnos, desde dónde ejercer nuestra autoridad en la clase. Frente a
este contexto de época coincido con Montes en que “(…) tenemos que
pensar en lo que hacemos. No (…) sentir vergüenza por las contradicciones
(…).Debemos sincerarnos y proceder a dotar de mayor significación –de un nuevo
sentido- a nuestros modestos quehaceres” (MONTES, 11). Entonces, en
nuevos contextos, con adolescentes distintos, con una escuela distinta, las
viejas normas y regulaciones necesariamente pierden sentido. Es cierto que
cuestionar las viejas certidumbres, salir de posiciones adulto céntricas, desacralizar
las figuras adultas nos coloca, como docentes, en lugares no tan ‘seguros’ y
supone correr ciertos riesgos, pero por qué no apostar a “(…) la
confianza como hipótesis sobre la conducta futura del otro. De una autoridad
dispuesta a asumir riesgos, por alguna situación imprevista, por algo y
en especial por alguien. Una especie de apuesta que consiste (…) en la
posibilidad de no inquietarse por el no control del otro y del tiempo”[4].
Escena del film Entre muros (2009) |
Existen distintas maneras de saludarse, de entablar un diálogo con
nuestros alumnos, la tecnología –me refiero en este caso al celular y lo que su
uso o portación como objeto genera en cuanto a debate en la escuela- es un cambio
ya instalado y hasta regulado, en las instituciones, la gorra es en muchos
ámbitos sociales una elemento más de la vestimenta, incluso un elemento de
identificación y diferenciación[5] frente al otro, ¿por qué entonces la
insistencia por ejemplo en que se quiten la gorra[6] en
clase cuando realmente no estamos convencidos de que eso vaya a hacer que
nuestros alumnos aprendan mejor?. Esa noción de autoridad, la que nos
dice lo que debe o no hacerse en la escuela, es una voz interior que
nos mandata a actuar de esa manera frente a cada situación, aún
cuando intuitivamente sabemos que eso generara mas roces, que no es lo que
queremos hacer, etc. Nuestra responsabilidad como sostiene Inés Dussel (DUSSEL:
2010, p.13) en tanto educadores no es cumplir mecánicamente un mandato, sino
analizar cuál es la transmisión cultural que debe tener lugar, con
qué contenidos y con qué formas de autoridad la llevaremos a cabo. Creo que la
cuestión central está en que, en lugar de ampararnos en los cómodos preceptos
y regulaciones tradicionales debemos “(…) Tratar los controles como si
fueran proposiciones y no axiomas, dándole sentido a las normas que regulan las
relaciones entre los sujetos (…)” [ (Brener: 2009, p.8). Es decir,
crear formas más plurales y democráticas de ejercer la autoridad, a la vez que
se otorgan nuevas significaciones a las normas ya existentes.
Escena del film Entre muros (2009) |
No obstante, se trata aquí de
repensar las formas de autoridad mediante una reafirmación de la posición
adulta, sin caer en la falta de autoridad, en un “vale todo” que termina por
desconcertar más de lo que aporta a la construcción de nuevas formas de
vinculación; porque, siguiendo a Dussel, en una sociedad en crisis en relación
con la autoridad a muchos niveles uno sólo puede reafirmarse, transgredir,
rebelarse contra un marco. Entonces si se trata de recuperar o reponer un
autoridad docente perdida o en crisis es pensando desde qué otro lugar podemos hacerlo
sin recurrir a la restitución del Orden y las viejas normas (muy funcionales
por cierto a otra época y contexto) que hallaremos algunas claves. Porque, y en
esto coincido ampliamente con Dussel, el docente, sigue teniendo un gran poder
sobre sus alumnos, sigue siendo para ellos, en un mundo inestable, un adulto
referente.
Para concluir, creo que es en
esos intentos por construir formas de ejercer la autoridad y el
poder de manera mas democráticas cuando se habilitan esas ocasiones de
las que habla Brener[7],
donde se da lugar a la voz del otro: el profesor Marin pidiendo a sus alumnos
que escriban sus autorretratos y hablen de sus sentimientos, sus
sensaciones, aún cuando ellos piensen que lo que escriban no será ‘tan
apasionante como lo de Anna Frank’.En un mundo estallado, inestable, ‘liquido’[8] invitar
a que cada uno construya su propio cosmos, despliegue en el tiempo su
experiencia, es tender un puente para auxiliar en la construcción de otros
mundos posibles, para hacerse un sitio, para ayudar a fundar sus propias
significaciones. Y, la lectura y la escritura pueden con la mediación del
vínculo con un docente facilitador de ocasiones, de espacios, de palabras,
ayudar en esta construcción. Habilitar entonces las Ocasiones, lo
que es muy distinto del “porque te lo digo yo”.
[1] Aclaro desde el
inicio que me he sentido fuertemente identificada con todo ese ánimo de clase
representado en el film; identificada con ese esfuerzo por sostener, por
‘seducir’, por atraer todo el tiempo, porque no te digan ese día, a
poco de empezar la clase, como dice Antelo hoy seguí participando. Y
por supuesto, por la cuestión que aquí se reflexiona, de las contradicciones
internas que se le juegan a uno como docente a la hora de resolver situaciones
conflictivas y de poner en escena la autoridad.
[2] Como sostiene
Brener (2009) las infancias y adolescencias son construcciones históricas y por
tanto, la relación con el mundo adulto cambia en cada época y contexto.
[3] Estas transformaciones culturales, que han trastocado muchos
órdenes que parecían inquebrantables y que nos dejan esa sensación de
incertidumbre- están también muy bien desarrolladas en el articulo de Graciela
Montes: (2001) "Mover la historia: lectura, sentido y sociedad". En:
Simposio de Lectura. Fundación Germán Sánchez Ruipérez. (Madrid, noviembre de
2001), p.8-9.
[4]BRENER, Gabriel (2009).
“Pensar entre muros”, en www.sadop.net, http://www.sadop.net/notas.php?mon=877&id=4836, [fecha de consulta, julio de
2010].
[5] Hace poco menos de un año trabajaba en una escuela con chicos en contextos
difíciles donde el uso de la gorra (o ‘visera’, como preferían
llamarle ellos - ya que la ‘gorra’ era en su vocabulario identificable con la
policía) era parte de su modo de vestir y de su ser, intentar –como lo hacían
algunas preceptoras, docentes por pedido de la directora o propia convicción-
que se quitaran la gorra en la clase implicaba (alguna vez entré en ese ‘tira y
afloje’ sin sentido y sin convencimiento porque era una norma de la escuela
según se había planteado en la reunión de inicio del ciclo escolar, a lo que
luego desistí por propio convencimiento y porque además era muy contundente el
“pero por qué no podemos tenerla puesta, si escuchamos igual” o cosas por el
estilo de mis alumnos).
[6] Otras
situaciones pueden ser: “sentáte derecho/a”, “levántate para saludar”, “pedí
disculpas con convicción” (en el fragmento), “el pelo suelto, no” (en un
colegio privado), entre otras.
[7] “(…)La ocasión
abre el tiempo, lo fisura, dando lugar a que allí se construya sentido, se
fabrique mundo, que es algo imprescindible para el humano” (Brener, 9).
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