viernes, 27 de noviembre de 2015


Acerca de la colección ¿antiprincesas? Frida Kahlo, la "princesa azteca".

“(…) Incentivar la escritura de textos no sexistas de manera expresa, la hace ver como panfletaria de una postura ideológica”
Graciela Perriconi

La Editorial Sudestada y Chirimbote sacó una colección de libros anti princesas “para chicos y chicas”. Las dos primeras entregas toman las figuras de Frida Kahlo y Violeta Parra. Todos conocen mi admiración por la figura, la vida de la pintora mexicana y mi interés por rastrear el tema de género en la LIJ. Cuando este libro salió a la venta enseguida quise ver de qué iba la cosa. Aquí, mi punto de vista luego de la exploración de la obra. Creo conveniente advertirles de entrada que, no sólo no me gustó la propuesta (me decepcionó) sino que hasta me pareció “más de lo mismo”, aunque claro está, en otro sentido.

La vida de Frida transcurre en un relato biográfico narrado con pinceladas, de poca o ninguna densidad discursiva y poética, simplista y esquemático. Tanto la calidad literaria como la propuesta estética se quedan, en mi opinión,  a mitad de camino. Es una historia contada e ilustrada al estilo Billiken.  El relato incorpora, por ejemplo,  un personaje, “el famoso perro preguntón de Frida” (que en un momento hasta interroga: “y este hombre quién es?” refiriéndose a una imagen de la pintora adolescente, vestida con traje). En la misma línea, hay en la obra trazos de manual escolar que están, también, (queriéndolo o no) al servicio de legitimar ciertos aspectos de la vida de Frida Kahlo: de la palabra “revolución” sale una flecha que nos lleva a una definición: “cuando se cambian las cosas que están mal (entre muchas personas)” [Me pregunto ¿a qué “chicas y chicas” les habla el libro?, ¿ las “cosas” que se cambian en una revolución son las cosas que están mal en mi casa por ejemplo o en mi país?]. Así “los amigos y amantes eran muchos  y para Frida el amor se reflejaba en hombres y en mujeres”, pero por si acaso esto cayera mal, se agrega “no olvidemos que vivían (Frida y Diego) en un país que había pasado por una revolución [flecha] y entonces todo debía ser cambiado y puesto patas para arriba”.
En el relato encontramos, además, frases cercanas a la moraleja como: “Frida iba  a paso lento pero nunca dejaba de avanzar” luego de explicar a los lectores que Frida tuvo un accidente que la dejó renga (expresiones de este tipo se repiten a lo largo de todo el libro).  Cuando la vida contada llega a la adolescencia de la pintora mexicana, se resalta que  queda seleccionada entre 35 chicas para ingresar a la preparatoria, en una época en la cual para las mujeres era prácticamente imposible estudiar ya que se priorizaba el estudio de los varones.  En la primaria los varones se burlaban de Frida  (“Frida trataba de ocultar su pierna renga usando pantalones”) pero en la preparatoria “empezaron a mirarla de otra manera:” y, con una estética que destaca en otro color y tipografía, al estilo de las viñetas, se agrega “Frida divertida, Frida ingeniosa, Frida inteligente y rebelde”. Las princesas son lindas y tontas y las anti princesas poco agraciadas pero inteligentes. Los estereotipos se rearman en sus dos extremos, reforzándose mutuamente. Y siempre desde la mirada masculina (la reiteración en asociar el uso de los pantalones en Frida con la rebeldía y con su condición de mujer distinta es notoria). Quiero mencionar dos aspectos de la obra en las que me detuve.  La primera, en la contratapa del libro podemos leer “Frida Kahlo es nuestra primera anti princesa (o princesa azteca, tal vez) [¿en qué quedamos, me pregunto?]), una mujer que lució su cuerpo a pesar de su renguera [qué difícil abandonar la idea de la feminidad asociada a “lucir el cuerpo”, verdad? ¿Puede hablarse de una mujer sin mencionar su cuerpo, qué decir de la condición de ser mujer fuera del cuerpo (el cuerpo como canon de belleza, el cuerpo que da vida, el cuerpo maternal?] (…) una mujer que a pesar de todas sus dolencias físicas buscó el arte, la alegría y luchó por el bien del mundo (…)” [aclaración: el bien del mundo es la revolución mexicana]. 

 Desde el paradigma dominante en Occidente de la maternidad como dadora de sentido a la feminidad, de la mujer- madre como idea hegemónica (PERRICONI,  2015) una colección que quiere ofrecer una propuesta superadora del estereotipo de la mujer princesa, a mi juicio se queda  a mitad de camino en lo que dice, es pobre y no termina de dejar de asociar la felicidad o infelicidad a la maternidad: “Frida no tuvo hijos. Le hubiera gustado pero sus huesos por tantas fracturas y operaciones, no estaba preparados para resistir un embarazo”. No niego que, en el caso de Frida estuviera el deseo de ser madre como algo genuino, lo que me interesa resaltar es la forma esquemática en que se expresa esto en una propuesta literaria que, precisamente, quiere aportar a abrir imaginarios acerca de lo femenino.Segundo aspecto que llamó mi atención. La carga didáctica y pedagógica del libro se hace explícita en dos páginas de “Actividades” y “Juegos con amigos”: en el primer caso, El espejo de Frida, invita  a los lectores a “imitarla” haciendo su propio autorretrato y  ¿Su…realistas? se  propone a los lectores hacer un cadáver exquisito, hecho con palabras o dibujos.
Es imposible para un lector -niño, adolescente, adulto- hacerse una idea real de lo que fue Frida Kahlo, si no se conoce previamente algo sobre ella. El relato la reduce, la simplifica y no la rescata (en la última página /sección “Frida bajo la lupa” la esquematización es aún más notoria: de una Frida ilustrada salen varias lupas que van tipificando su figura: “bigote exagerado”, “faldas típicas de las indias”, “tequila”…).
Desde la lógica de la propuesta editorial no encuentro por qué Frida sería una “anti princesa”. Lo que se cuenta tiene que ver con cómo se lo cuenta (recordemos a Roger Chartier y la materialidad del texto). El discurso literario no propone desafíos al lector, no tiene “capas”, entretejido (el uso del lenguaje es plano, directo, sencillo), no plantea interrogantes, no interpela, no deja pensando en “otras maneras de ser mujer”, que es lo que uno esperaría de una “colección anti princesas”.

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