Acerca de la colección ¿antiprincesas? Frida Kahlo, la "princesa azteca".
“(…)
Incentivar la escritura de textos no sexistas de manera expresa, la hace ver
como panfletaria de una postura ideológica”
Graciela
Perriconi
La
Editorial Sudestada y Chirimbote sacó una colección de libros anti princesas “para
chicos y chicas”. Las dos primeras entregas toman las figuras de Frida Kahlo y
Violeta Parra. Todos conocen mi admiración por la figura, la vida de la pintora
mexicana y mi interés por rastrear el tema de género en la LIJ. Cuando este
libro salió a la venta enseguida quise ver de qué iba la cosa. Aquí, mi punto
de vista luego de la exploración de la obra. Creo conveniente advertirles de
entrada que, no sólo no me gustó la propuesta (me decepcionó) sino que hasta me
pareció “más de lo mismo”, aunque claro está, en otro sentido.
La
vida de Frida transcurre en un relato biográfico narrado con pinceladas, de
poca o ninguna densidad discursiva y poética, simplista y esquemático. Tanto la
calidad literaria como la propuesta estética se quedan, en mi opinión, a mitad de camino. Es una historia contada e
ilustrada al estilo Billiken. El relato incorpora,
por ejemplo, un personaje, “el famoso
perro preguntón de Frida” (que en un momento hasta interroga: “y este hombre quién es?” refiriéndose a una imagen de la pintora adolescente, vestida con traje). En la misma línea,
hay en la obra trazos de manual escolar que están, también, (queriéndolo o
no) al servicio de legitimar ciertos aspectos de la vida de Frida Kahlo: de la
palabra “revolución” sale una flecha que nos lleva a una definición: “cuando se cambian las cosas que están mal
(entre muchas personas)” [Me pregunto ¿a qué “chicas y chicas” les habla el
libro?, ¿ las “cosas” que se cambian en una revolución son las cosas que están
mal en mi casa por ejemplo o en mi país?]. Así “los amigos y amantes eran muchos y para Frida el amor se reflejaba en
hombres y en mujeres”, pero por si
acaso esto cayera mal, se agrega “no
olvidemos que vivían (Frida y Diego) en
un país que había pasado por una revolución [flecha] y entonces todo debía ser cambiado y puesto patas para arriba”.
En
el relato encontramos, además, frases cercanas a la moraleja como: “Frida iba
a paso lento pero nunca dejaba
de avanzar” luego de explicar a los lectores que Frida tuvo un accidente
que la dejó renga (expresiones de este tipo se repiten a lo largo de todo el
libro). Cuando la vida contada llega a
la adolescencia de la pintora mexicana, se resalta que queda seleccionada
entre 35 chicas para ingresar a la preparatoria, en una época en la cual para
las mujeres era prácticamente imposible estudiar ya que se priorizaba el estudio
de los varones. En la primaria los
varones se burlaban de Frida (“Frida trataba de ocultar su pierna renga
usando pantalones”) pero en la preparatoria “empezaron a mirarla de otra manera:” y, con una estética que destaca
en otro color y tipografía, al estilo de las viñetas, se agrega “Frida divertida, Frida ingeniosa, Frida
inteligente y rebelde”. Las princesas son lindas y tontas y las anti
princesas poco agraciadas pero inteligentes. Los estereotipos se rearman en sus
dos extremos, reforzándose mutuamente. Y siempre desde la mirada masculina (la
reiteración en asociar el uso de los pantalones en Frida con la rebeldía y con
su condición de mujer distinta es notoria). Quiero
mencionar dos aspectos de la obra en las que me detuve. La primera, en la
contratapa del libro podemos leer “Frida
Kahlo es nuestra primera anti princesa (o princesa azteca, tal vez) [¿en qué
quedamos, me pregunto?]), una mujer que
lució su cuerpo a pesar de su renguera [qué difícil abandonar la idea de la
feminidad asociada a “lucir el cuerpo”, verdad? ¿Puede hablarse de una mujer
sin mencionar su cuerpo, qué decir de la condición de ser mujer fuera del
cuerpo (el cuerpo como canon de belleza, el cuerpo que da vida, el cuerpo maternal?] (…) una mujer que a pesar de todas sus
dolencias físicas buscó el arte, la alegría y luchó por el bien del mundo (…)” [aclaración:
el bien del mundo es la revolución mexicana].
Desde el paradigma dominante en Occidente de
la maternidad como dadora de sentido a la feminidad, de la mujer- madre como
idea hegemónica (PERRICONI, 2015) una
colección que quiere ofrecer una propuesta superadora del estereotipo de la
mujer princesa, a mi juicio se queda a
mitad de camino en lo que dice, es pobre y no termina de dejar de asociar la
felicidad o infelicidad a la maternidad: “Frida
no tuvo hijos. Le hubiera gustado pero sus huesos por tantas fracturas y operaciones,
no estaba preparados para resistir un embarazo”. No niego que, en el caso
de Frida estuviera el deseo de ser madre como algo genuino, lo que me interesa
resaltar es la forma esquemática en que se expresa esto en una propuesta literaria
que, precisamente, quiere aportar a abrir imaginarios acerca de lo femenino.Segundo
aspecto que llamó mi atención. La carga didáctica y pedagógica del libro se
hace explícita en dos páginas de “Actividades” y “Juegos con amigos”: en el primer
caso, El espejo de Frida, invita a los lectores a “imitarla” haciendo su propio
autorretrato y ¿Su…realistas? se propone a los
lectores hacer un cadáver exquisito, hecho con palabras o dibujos.
Es
imposible para un lector -niño, adolescente, adulto- hacerse una idea real de
lo que fue Frida Kahlo, si no se conoce previamente algo sobre ella. El relato
la reduce, la simplifica y no la rescata (en la última página /sección “Frida
bajo la lupa” la esquematización es aún más notoria: de una Frida ilustrada
salen varias lupas que van tipificando su figura: “bigote exagerado”, “faldas típicas
de las indias”, “tequila”…).
Desde
la lógica de la propuesta editorial no encuentro por qué Frida sería una “anti
princesa”. Lo que se cuenta tiene que ver con cómo se lo cuenta (recordemos a
Roger Chartier y la materialidad del texto). El discurso literario no propone desafíos
al lector, no tiene “capas”, entretejido (el uso del lenguaje es plano,
directo, sencillo), no plantea interrogantes, no interpela, no deja pensando en
“otras maneras de ser mujer”, que es lo que uno esperaría de una “colección anti
princesas”.
Gracias
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